Por su origen y destino, quien dirige o gobierna debe atenerse a la ley moral, que equivale a ser autoridad justa para aprobar cuanto sirve al bien común y desautorizar o reprender lo que le perjudica u obstruye; con jurisdicción para imponer a los ciudadanos deberes cívicos de distinta índole: económicos, sociales y políticos. El jefe debe tener claro que no es infalible, que sus opiniones y sus valoraciones están siempre mediatizadas por la información de que dispone, que es siempre limitada e incompleta.
El que gobierna representa la personalidad de toda la comunidad gobernada, hace las veces de todo el pueblo en el ejercicio del poder, por ello debe ser moderado, ajeno a toda exaltación y prepotencia. Es deseable que quienesejercen con legitimidad el mando del poder público sea estadistas, es decir dirigentes con un temple especial, dotados de una profunda percepción de la historia, que ante todo escuchen su conciencia y hagan lo que deben hacer por sentido de responsabilidad en la tarea pública.
En el gobierno y en los partidos políticos se requiere dirigentes capaces de dirigirse así mismos, que no se deslumbren con promesas de engrandecimiento material; que prefieran , porque consideran más digno, vivir conmenos lujo y con menos pompa; que gusten de una vida modesta, autónoma, en lugar de una vida esplendorosa sometida a tutelaje. Que tengan temple para vivir en la modesta medianía. Bien decía el político y escritor español Juan Donoso Cortés "Nada sienta mejor en la frente del vencedor que una corona de modestia".-
El hombre o la mujer que ostenta una posición de autoridad y es incapaz de decidirse a obrar en consecuencia, no ha nacido para ejercer la jefatura. Tampoco el que teme corregir el rumbo cuando las cosas van mal, o el que suele dejar las cosas para después y tiene la inclinación a buscar la solución en el último momento. Menos aún cuando permite que otros sin injerencia en su ámbito de competencia tomen las decisiones o, peor aún, las impongan por su conducto. Quien dirige o gobierna ha de templar su carácter en forma tal que no se aficione a ver sólo las dificultades, ni ignorarlas por completo. No es prudente dejarse llevar por un pesimismo desalentador, pero tampoco navegar por la vida con un optimismo pernicioso, que sustenta la ilusión so pretexto de conservar la confianza. Estaspersonas alguna vocación han de tener, pero definitivamente no están hechos para tomar decisiones confiables; no es lo suyo ser jefes, nacieron para algo diferente.
El jefe requiere un temple que lo haga apto para mandar con la actitud que, ante los distintos géneros de circunstancias posibles, la sabiduría cristiana de siglos ha resumido así: en las cosas necesarias unidad, en las dudosas libertad, en todas, caridad. Es recomendable prepararse para una vida dura, física y moralmente, con mezcla de éxitos y reveses, de alegrías y desengaños, de apoyos y dificultades. También para sufrir en silencio la soledad del jefe que suele ser, sin embargo, una oportunidad de crecimiento personal y ratificación de la vocación. ¡Que Dios te siga guiando y cuidando Miguel Ángel!