
Por su origen y destino, quien dirige o gobierna debe atenerse a la ley moral, que equivale a ser autoridad justa para aprobar cuanto sirve al bien común y desautorizar o reprender lo que le perjudica u obstruye; con jurisdicción para imponer a los ciudadanos deberes cívicos de distinta índole: económicos, sociales y políticos. El jefe debe tener claro que no es infalible, que sus opiniones y sus valoraciones están...